Pocas veces en la historia se ha hablado tanto del gas como en lo que llevamos de 2022. Es cierto que los últimos cinco meses han sido muy convulsos y poco estables en el mercado energético, especialmente a raíz del estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, resulta paradójico que también sea este el mejor momento para apostar por el gas. Concretamente, en gases renovables.
La aprobación del sistema de garantías de origen para los gases renovables que ha anunciado recientemente el Ejecutivo abre la puerta a un escenario de oportunidad que, hasta ahora, solo se anticipaba. El motivo está claro: a partir de ahora, se podrá certificar aquellos gases cuyo origen sea renovable, una garantía de seguridad para cerciorarse de que el gas utilizado constituye una energía limpia. Es decir, los consumidores podrán comprobar la “denominación de origen” del gas, lo que puede, sin duda, alentar el consumo y despejar las posibles dudas que hasta ahora tuvieran.
Esta norma, además, está alineada con las directrices europeas, mucho más restrictivas en este ámbito. Incorpora al ordenamiento jurídico los criterios de sostenibilidad y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para una serie de energías y carburantes renovables.
El escenario de incertidumbre que se planteaba antes de la aprobación de este texto dejaba muy en el aire qué opciones energéticas sostenibles iban a tener a su disposición los consumidores y las empresas de manera realista. Sin embargo, el sistema de garantías de origen avala el uso de cualquier tipo de gas que provenga de fuentes renovables, desde hidrógeno hasta biometano, biogás y otros como el bioGLP. Los productores y distribuidores de gas deberán informar de manera transparente sobre dónde, cómo y cuándo se ha producido el gas, en lo que es una especie de “documento de identidad” del mismo para certificar su origen renovable.
Más allá del consumo directo, este anuncio supone un soplo de aire fresco para el tejido empresarial e industrial español, que cuenta con un abanico más amplio de alternativas sostenibles basadas en los gases renovables. Sectores como la automoción, la tecnología o la industria en todas sus variantes podrán utilizar el gas en cualquiera de sus variantes siempre y cuando cumpla los criterios recogidos en este certificado de garantía y sea de origen renovable demostrable.
Por lo tanto, los proyectos de inversión hasta ahora en stand by tendrán más posibilidades de reactivarse, en vista de que los gases renovables se postulan como una solución energética a largo plazo estable y realista.
Los gases renovables, un amplio abanico que tranquiliza a la industria
Este escenario trae consigo dos grandes ventajas. En primer lugar, las opciones energéticas no se reducen solo a energía eléctrica o hidrógeno, lo que venía generando cierta intranquilidad en el sector industrial. La demanda de energía es mucho más elevada que la producción que, a día de hoy, pueden garantizar la energía eléctrica y el hidrógeno. Ambas tecnologías se encuentran aún en pleno desarrollo, especialmente la última, y la carrera contrarreloj por facilitar su producción ejerce cada vez más presión.
Sin embargo, todos respiramos un poco más tranquilos tras saber que habrá más fuentes de energía disponibles gracias a las enormes posibilidades que trae consigo el gas. Por ejemplo, el bioGLP será clave en el sector de la automoción, tanto a nivel profesional (transporte de mercancías, flotas de transporte, etc.) como particular. Sustituir los motores actuales por otros propulsados por bioGLP puede ser una buena solución para instaurar la movilidad sostenible mitigando al máximo los obstáculos económicos y de producción.
En el caso concreto de la automoción, cabe destacar que es uno de los sectores que, a día de hoy, goza de más alternativas de movilidad sostenible, como el Gas Licuado de Petróleo, que además es uno de los combustibles más económicos del momento. El sistema de garantías de origen de gases renovables es el mecanismo que permite mantener estas nuevas alternativas, siempre y cuando el gas que se emplea en ellas sea de origen renovable, pero no obliga a suprimirlas y quedarnos únicamente con dos opciones cuyo desarrollo está en proceso.
Por otro lado, la apertura de miras en lo que respecta al uso de gases renovables en la industria tiene una clara ventaja económica. La escasez de alternativas a la que nos habríamos enfrentado únicamente con la energía eléctrica y con el hidrógeno como opciones habría derivado en un incremento de precios insostenible para muchas empresas, que tendrían que elegir entre repercutirlo al consumidor o, en los peores casos, cerrar.
En cambio, la implementación de esta “denominación de origen” evita esa situación, lo que, a largo plazo, permitirá estabilizar los costes para que el perjuicio sea el menor posible.
Finalmente, es importante tener en cuenta que la certificación de origen de los gases renovables tiene un efecto tranquilizador en distintos ámbitos de la industria española, en la medida en que ofrece más certezas de las que teníamos hasta el momento.
Una seguridad que, en un momento de incertidumbre general como el que estamos viviendo, es casi un lujo extraordinario del que pocas empresas e incluso consumidores pueden disfrutar. Todavía hay muchos obstáculos que superar en el largo camino hacia la descarbonización y la neutralidad climática en el que estamos inmersos, pero este tipo de noticias nos dan un respiro muy necesario.
En resumen, los gases de origen renovable son el camino en esa transición energética tan necesaria en todos los sectores desde la industria hasta la automoción, tenemos una oportunidad y tenemos que saber aprovecharla.
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