En plena transición energética, el hidrógeno emerge como una de las soluciones más prometedoras para descarbonizar sectores complejos. Entre ellos, destaca el transporte pesado, un pilar estratégico de la economía que, al mismo tiempo, representa uno de los grandes desafíos medioambientales de nuestro tiempo. 

Este desafío se plantea porque, por un lado, el sector del transporte pesado es uno de los que más peso tiene en el PIB nacional. Y, por otro lado, es uno de los más difíciles de descarbonizar con las tecnologías de electrificación que sirven para otro tipo de vehículos.

Desde la Asociación de Transformadores de Vehículos, queremos poner el foco en cómo el hidrógeno puede ser la vía más eficaz para transformar este sector hacia un futuro más limpio y sostenible.

El transporte pesado: columna vertebral de la economía… y de las emisiones

El transporte de mercancías por carretera, autobús interurbano, maquinaria pesada o vehículos industriales no solo es esencial para la logística y el abastecimiento de bienes: representa cerca del 5% del PIB en España y da empleo a cientos de miles de personas

Sin embargo, su importancia económica contrasta con su elevado impacto ambiental. Actualmente, el transporte en su conjunto es responsable de más del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa, y el transporte pesado contribuye de forma significativa a esta cifra.

Esto nos obliga a actuar con urgencia. Si queremos cumplir los objetivos climáticos europeos y avanzar hacia una economía neutra en carbono, el transporte pesado necesita soluciones tecnológicas realistas, escalables y eficaces. El hidrógeno es, sin duda, una de ellas.

Más allá de las baterías: el papel del hidrógeno donde la electrificación no llega

Aunque la electrificación mediante baterías ha avanzado notablemente en el transporte ligero y urbano, su aplicación al transporte pesado encuentra importantes limitaciones. Las necesidades de autonomía, potencia y tiempos de recarga hacen que muchas flotas no puedan adoptar esta tecnología sin sacrificar eficiencia operativa.

Aquí es donde el hidrógeno marca la diferencia. Utilizado en pilas de combustible o incluso en motores de combustión adaptados, el hidrógeno permite mantener autonomías similares a las de los combustibles fósiles, con tiempos de repostaje de apenas unos minutos y sin emisiones contaminantes en el punto de uso. Esta combinación lo convierte en una alternativa robusta para flotas de largo recorrido o para vehículos que operan de forma intensiva.

Beneficios medioambientales y estratégicos

El hidrógeno es un vector energético limpio: su uso en vehículos no genera CO₂, solo vapor de agua. Pero su potencial va más allá de lo ambiental. Permite, además, reducir la dependencia energética de combustibles fósiles, diversificar la matriz energética y fomentar el desarrollo de una industria nacional del hidrógeno verde, creando empleo y valor añadido.

Cuando el hidrógeno se produce a partir de fuentes renovables (lo que se conoce como hidrógeno verde), su huella de carbono es prácticamente nula, lo que lo convierte en un aliado imprescindible para alcanzar los compromisos del Pacto Verde Europeo.

Transformar para avanzar: el papel de la reconversión de vehículos

Uno de los grandes retos que enfrentamos es cómo transformar el parque de vehículos pesado existente sin esperar décadas para su renovación total. En este sentido, la transformación de vehículos a hidrógeno —mediante la adaptación de motores o la instalación de pilas de combustible— es una solución viable y necesaria.

Desde la Asociación de Transformadores de Vehículos trabajamos precisamente para hacer esto posible: extender la vida útil de los vehículos, mejorar su sostenibilidad y reducir su impacto ambiental, sin renunciar a su rendimiento ni a su fiabilidad. Esto permite a las empresas y administraciones adaptarse a la transición energética de forma más rápida y económica.

El hidrógeno no es solo una opción tecnológica; es una apuesta estratégica para un país que quiera liderar la descarbonización sin dejar atrás a sectores clave de su economía. Apostar por el hidrógeno en el transporte pesado no es solo una cuestión ambiental: es también una decisión económica, industrial y de competitividad.