El sector del automóvil vuelve a ser protagonista esta semana en Bruselas tras la última decisión adoptada por la Unión Europea. Y es que la Comisión Europea ha pospuesto tres años más la entrada en vigor de los nuevos objetivos de emisiones comunitarios de CO2. En este artículo te explicamos qué implicaciones tiene esta decisión y cómo afecta al sector en su conjunto.

En primer lugar, es importante recordar que el reglamento que regula las emisiones especifica que todos los automóviles que se vendieran en 2025 tendrían que haber reducido sus emisiones de CO2 un 15% con respecto a 2021. Sin embargo, hasta ahora, la Unión Europea era firme defensora de que no hacía falta establecer ninguna prórroga.

En este escenario, las empresas de la industria del automóvil se habrían tenido que enfrentar a multas que habrían llegado a alcanzar los 16.000 millones de euros por incumplimiento de la normativa. 

Ahora, la Unión Europea ha anunciado una prórroga de 3 años de margen para que los fabricantes dispongan de más tiempo para lograr los niveles de emisiones de dióxido de carbono estimados. 

Concretamente, Von der Leyen ha explicado que “en lugar de cumplimiento anual, las empresas tendrán tres años”, al tiempo que asegura que “los objetivos se van a cumplir igual, pero con más margen para la industria”. Cabe recordar que el objetivo inicial del 15% para 2025 ascenderá al 55% en 2030 y al 100% en 2035. 

¿Qué significa esta prórroga para el sector?

Ante el anuncio que hizo la Unión Europea, las reacciones no se han hecho esperar. Diversas patronales automovilísticas como Faconauto reconoce que era una prórroga esperada porque la industria “debe operar al ritmo de sus posibilidades”. 

Asimismo, la patronal de concesionarios recuerda que “la movilidad debe venir de abajo hacia arriba, y debe partir de los ciudadanos como los grandes impulsores de la demanda del vehículo bajo en emisiones”. 

Por su parte, ACEA revela que los 16.000 millones de euros que habría costado enfrentarse a las sanciones se pueden utilizar para reconvertir la flota de vehículos actuales. Además, explica que lo que ahora necesita la industria es capacidad de inversión para avanzar hacia la movilidad eléctrica, y una multa de ese calado supondría un gran retroceso. 

En cambio, organizaciones como Transport & Environment no ven con buenos ojos esta prórroga, ya que consideran que “el objetivo está al alcance de los fabricantes, que ahora se verán menos presionados”. 

Implicaciones más allá de lo evidente

La consecuencia más directa de la prórroga que ha dado la Unión Europea a la industria automovilística es que les proporciona más tiempo para cumplir los objetivos de emisiones. Sin embargo, muchos expertos del sector se plantean cuáles son las implicaciones de esta situación más allá de lo que parece evidente.

Por un lado, la UE se desdice de lo que, hasta ahora, había defendido a ultranza, que era que los objetivos de reducción estaban ya marcados y que eran perfectamente asequibles. Y, por otro lado, se pone de manifiesto que liderar la movilidad sostenible basándose únicamente en la movilidad eléctrica es una tarea muy complicada. 

No solo por la falta de infraestructura que sería necesaria para que cualquier persona pudiera utilizar un vehículo eléctrico, sino por la dificultad de acceder económicamente a uno. Además, sigue habiendo una gran dependencia de otros mercados para fabricar baterías y otros componentes clave en los coches eléctricos. 

Llegados a este punto, desde ASTRAVE nos preguntamos si no sería más eficaz dividir las apuestas de inversión por parte de los países miembro de la Unión Europea hacia diversas tecnologías de movilidad sostenible, más allá del eléctrico. 

La convivencia entre distintas alternativas no solo es posible, sino que es beneficiosa para la libre competitividad y la garantía de acceso a un vehículo más sostenible por parte de cualquier persona. Solo hace falta flexibilidad y predisposición.