Uno de los grandes objetivos comunes que hay hoy en día es alcanzar la neutralidad climática en 2050. Para conseguirlo, es imprescindible modificar múltiples hábitos y métodos industriales tradicionales por otras alternativas más sostenibles con las que no se pierda eficiencia. Y, si hay un área en la que este desarrollo está avanzando más que nunca, es la movilidad sostenible. 

Tal es la necesidad de impulsar este objetivo que el Ejecutivo ha impulsado una Ley de Movilidad Sostenible que, si bien se encuentra aún como anteproyecto, es necesaria para seguir avanzando. Una ley que se espera esté aprobada antes de que finalice el año 2023. Pero, ¿qué entendemos por movilidad sostenible?

La movilidad sostenible es el conjunto de medios de transporte y formas de desplazamiento que permiten recorrer una distancia determinada minimizando los efectos nocivos para el medio ambiente, como la emisión de partículas contaminantes. Hoy en día, el parque automovilístico nacional y mundial está copado, en su gran mayoría, por vehículos de combustión (diésel y gasolina) cuyos efectos contaminantes es preciso reducir. 

Para ello, las autoridades, empresas y organizaciones del sector están trabajando en el desarrollo de nuevas tecnologías que permitan conseguir una movilidad eficiente, sostenible y cómoda para la sociedad. Algunas cuentan con un mayor nivel de desarrollo, mientras que otras están en fase inicial. 

Sin embargo, también disponemos de tecnologías de movilidad sostenible que, ya hoy, pueden ayudar a reducir las emisiones contaminantes frente a los vehículos de combustión. Por tanto, podemos distinguir entre aquellas tecnologías de transición, cuya aplicación es inmediata, y las tecnologías de futuro, que se encuentran en pleno proceso de desarrollo. En este artículo vamos a resumir cuáles son las principales.

 

Movilidad sostenible: tecnologías de transición

Denominamos a este grupo “tecnologías de transición” porque son necesarias para transitar hacia un modelo de movilidad limpia 100%. Tanto desde el punto de vista económico y productivo como instructivo. Es decir, las personas que llevan mucho tiempo habituadas a los coches y turismos diésel y gasolina necesitan una fórmula transitoria antes de adoptar métodos de movilidad que, aunque sean sostenibles, son totalmente diferentes. En este apartado encontramos:

Gas Licuado de Petróleo (GLP) o Autogas

Actualmente, es el combustible alternativo más barato del mercado. De hecho, su precio es de 1 euro el litro, lo que supone un ahorro de hasta el 40-45% frente al diésel y la gasolina. Pero, además, está calificado con el distintivo ambiental ECO debido a la reducción de emisiones que supone frente a un vehículo convencional. Otra importante ventaja es que no es necesario comprar un vehículo nuevo GLP, sino que puedes convertir el tuyo propio instalando un kit adicional en un taller homologado. 

Gas Natural Comprimido (GNC)

En este caso, hablamos del mismo tipo de gas con el que calentamos nuestra casa, ya que está compuesto, casi en su totalidad, por metano. Este combustible alternativo, que también está calificado como ECO, se emplea en vehículos ligeros y en algunos pesados, como camiones de servicios y autobuses, así como en transporte de corta y media distancia. 

En este caso, podemos encontrar también el GNL (Gas Natural Licuado), cuya diferencia frente al GNC es que se transporta en estado líquido y es más adecuado para vehículos pesados o transporte de larga distancia. 

 

Movilidad sostenible: tecnologías de futuro

 El objetivo a largo plazo es lograr la descarbonización total y la neutralidad climática, algo para lo cual es necesario impulsar fórmulas de movilidad totalmente limpias y que no contribuyan a contaminar el entorno natural. La mayoría de ellas, aunque están empezando a aplicarse, necesitan un largo recorrido hasta que se puedan implementar de forma masiva en todo el mundo. En algunos casos por falta de infraestructura, y, en otros, porque la propia tecnología se encuentra en fase latente aún.

Hidrógeno verde

 Para muchos expertos, es la gran esperanza de la movilidad sostenible. En primer lugar, porque el hidrógeno es el elemento más abundante del planeta. Y, además, porque se puede combinar con otras tecnologías e, incluso, con los motores actuales. De hecho, numerosos proyectos están trabajando para conseguir adaptar los motores de combustión que tienen los vehículos para que consuman hidrógeno. 

 Esto no solo se traduce en mayor sostenibilidad a la hora de desplazar el vehículo, sino que evita que el vehículo antiguo acabe en el depósito, dándole una segunda vida útil. 

 Biocombustibles

 Los biocombustibles copan gran parte de la inversión en movilidad sostenible que se realiza en la actualidad. La clave de estos nuevos carburantes es que se producen a partir de residuos orgánicos, por lo que no se libera CO2 durante la combustión y, por tanto, el nivel de contaminación es mínimo. 

 Sin embargo, existen distintos tipos de biocombustibles clasificados en tres grandes grupos:

  • Biocombustibles de 1ª generación: son aquellos que se elaboran a partir de cultivos agrícolas (caña de azúcar, remolacha, melaza), cereales (maíz, cebada, trigo) o aceites. 
  • Biocombustibles de 2ª generación: en su producción se utilizan residuos sólidos urbanos y agrícolas mezclados, lo que se conoce como masa lignocelulósica.
  • Biocombustibles de 3ª generación: en este caso, se elaboran, principalmente, a partir de algas marinas y otras materias vegetales que no son alimentos. 

Además de estos tres tipos de biocombustibles, se está trabajando en un cuarto que aún se encuentra en una fase primaria: la producción de biocombustible a partir de bacterias modificadas genéticamente. 

Actualmente, existen varios biocombustibles:

  • Biogás: se forma en base a materia orgánica en descomposición y la misma molécula que el gas natural, pero cuyo origen es renovable. De hecho, esto debe estar certificado mediante el Sistema de Garantías de Origen de Gases Renovables. 
  • Biodiésel: para elaborarlo se usan aceites como el de colza o el de cocina, y se puede combinar con el diésel. No es la alternativa más ecológica de todas, pero sí reduce las emisiones considerablemente.
  • Biobutanol: en este caso, hay que fermentar etanol, butanol y acetona. Y, algo muy importante, es que se puede utilizar en motores de gasolina sin aplicar ninguna modificación en ellos.
  • Bioetanol: se produce a partir de caña de azúcar, trigo o maíz, y su elaboración es bastante sencilla. Además, se transporta muy bien, lo que hace que se pueda producir en cantidades elevadas.
  • Biocombustible M4: se ha desarrollado en Panamá, y está compuesto principalmente por etanol y otros elementos que no se han revelado. Al igual que el biobutanol, se puede utilizar en motores de gasolina. 

 

Vehículos eléctricos

La electrificación del parque automovilístico es la tecnología de movilidad sostenible por la que más se ha apostado durante los últimos años. Sin embargo, es complicado implantarla como alternativa principal debido, fundamentalmente, a dos obstáculos. Por un lado, la falta de infraestructura de puntos de recarga. Actualmente, se necesita más inversión en la instalación de puntos de recarga para coches eléctricos si el objetivo es que la mayor parte de personas se desplacen en uno. Por otro lado, la reutilización de todos los componentes y baterías después de que el vehículo haya agotado su vida útil. 

 En definitiva, las tecnologías de movilidad sostenible presentes y futuras requieren, aún, un importante desarrollo para conseguir dar el salto cualitativo necesario para posicionarlas como combustibles principales. Sin embargo, sí es posible reducir el nivel de contaminación de forma inmediata, apostando por fórmulas como la conversión a vehículos GLP. Esta alternativa, que no solo es más sostenible, es también más barata, tanto en la propia instalación (al no requerir la compra de un coche nuevo) como en el repostaje.

 En Astrave te proporcionamos toda la información que necesites para convertir tu vehículo o tu flota de transporte en una opción más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.