La movilidad está en pleno proceso de transformación, y el sector está avanzando a marchas forzadas hacia un nuevo escenario de sostenibilidad. En este marco, se habla cada vez más de los combustibles alternativos como parte fundamental de la movilidad sostenible. Pero, ¿qué son los combustibles alternativos y cuántos hay?

El sector del transporte es uno de los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. En este contexto, los combustibles alternativos juegan un papel clave en la transición hacia un modelo más sostenible, con el objetivo de reducir la dependencia de los combustibles fósiles y avanzar hacia un transporte más limpio y eficiente. 

Estos combustibles tienen el potencial de contribuir de manera significativa a la descarbonización del sector, y su desarrollo y adopción son esenciales para cumplir con los compromisos climáticos globales. 

En este artículo, te explicamos los diferentes tipos de combustibles alternativos disponibles y sus características principales. Para ello, hemos tomado como referencia la clasificación que hace el propio Parlamento Europeo.

 

1. Combustibles alternativos para vehículos de cero emisiones

Los combustibles alternativos más avanzados en términos de reducción de emisiones son aquellos utilizados en vehículos de cero emisiones, es decir, aquellos que no generan contaminantes durante su funcionamiento.

Electricidad

La electricidad es uno de los combustibles alternativos más populares para vehículos de cero emisiones, especialmente en el caso de los coches eléctricos (VE). La electricidad utilizada puede provenir de diversas fuentes, como las energías renovables (solar, eólica, hidráulica). 

Los vehículos eléctricos no emiten gases contaminantes durante su uso, lo que los convierte en una opción clave en la lucha contra la contaminación urbana y el cambio climático. 

Además, las configuraciones híbridas, que combinan motor eléctrico y motor de combustión, también contribuyen a una reducción de las emisiones de CO2 y permiten una menor dependencia del petróleo.

Hidrógeno

El hidrógeno es otra fuente de energía prometedora para vehículos de cero emisiones, especialmente en el sector del transporte pesado, como los camiones de larga distancia y autobuses. Este gas puede extraerse del agua (a través de un proceso conocido como electrólisis) o de compuestos orgánicos. 

La principal ventaja del hidrógeno es que, al ser utilizado en celdas de combustible, los únicos subproductos son el agua y el calor, lo que hace que la emisión de gases contaminantes sea casi nula. 

No obstante, el impacto medioambiental del hidrógeno depende de cómo se produzca: si se utiliza energía renovable para su producción, el hidrógeno se considera limpio; sin embargo, si se obtiene a partir de fuentes fósiles, su contribución a la descarbonización es limitada. Por esta razón, los proyectos en los que se trabaja hoy en día contemplan la producción del hidrógeno a partir de energías 100% renovables.

Amoníaco

El amoníaco es otro combustible alternativo en la lista de opciones para vehículos de cero emisiones. Este gas tiene la ventaja de emitir únicamente agua y nitrógeno como subproductos durante su combustión, lo que lo convierte en una opción muy atractiva para la reducción de CO2.

 Aunque su uso en vehículos es aún incipiente, el amoníaco podría desempeñar un papel clave en el futuro del transporte sostenible, especialmente si se produce a partir de fuentes renovables.

2. Combustibles renovables

Los combustibles renovables son aquellos que se producen a partir de biomasa o fuentes de energía renovables y tienen el potencial de reducir significativamente las emisiones de CO2 si se producen de forma sostenible.

Biocombustibles

Los biocombustibles son uno de los tipos más conocidos de combustibles alternativos y se fabrican a partir de materias orgánicas como aceites vegetales, grasas animales o residuos de restaurantes. Son biodegradables y pueden ser producidos a nivel local, lo que contribuye a la seguridad energética de los países. 

Actualmente, los biocombustibles representan una parte importante del consumo de combustible en el transporte, especialmente en la Unión Europea, donde se estima que alcanzan el 4,4% del total. 

Si bien su producción puede contribuir a una reducción significativa de las emisiones de CO2, el uso de tierras agrícolas para producir biocombustibles puede presentar riesgos, como la competencia con la producción de alimentos, en caso de que no se regule adecuadamente.

3. Combustibles bajos en carbono basados en gas natural

Además de los combustibles de cero emisiones, existen otras alternativas que, si bien no eliminan por completo las emisiones, pueden contribuir a la reducción de CO2 en el camino hacia un transporte sin emisiones.

Gas licuado de petróleo (GLP)

El gas licuado de petróleo, o autogas, es un combustible derivado del petróleo y el gas natural, y en el futuro, también de la biomasa. Este combustible permite una reducción muy considerable de partículas nocivas y emisiones, lo que contribuye a mejorar la contaminación del aire. 

En este sentido, el GLP tiene una ventaja sobre otros combustibles alternativos: es posible transformar vehículos gasolina y diésel a GLP para hacerlos más sostenibles siempre que cumplan con los requisitos específicos. Esta alternativa, además, es más económica que la compra de un coche nuevo, puesto que no hace falta cambiar de vehículo, sino que se le da una segunda vida útil.

Gas natural comprimido (GNC)

El gas natural comprimido (CNG) es un combustible producido a partir del gas natural, que generalmente es metano. Su uso en vehículos de transporte puede reducir las emisiones de CO2 y otros contaminantes en comparación con los combustibles tradicionales. Sin embargo, el CNG todavía depende de fuentes fósiles, por lo que no se considera una solución definitiva para la descarbonización, aunque puede ser útil como paso intermedio en la transición hacia un transporte más limpio.

Combustibles sintéticos y parafínicos

Los combustibles sintéticos y parafínicos, como el amoníaco mencionado previamente, se producen a partir de biomasa, gas natural, aceites vegetales o grasas animales. Estos combustibles tienen un gran potencial para sustituir a los combustibles fósiles, y su producción está alineada con los principios de la economía circular, ya que aprovechan recursos renovables y residuos orgánicos. Aunque en su mayoría todavía están en fase de desarrollo, los combustibles sintéticos pueden desempeñar un papel clave en la transición hacia un transporte más limpio.

Los combustibles alternativos son una herramienta fundamental en la transición hacia un sistema de transporte más limpio y sostenible. Desde la electricidad y el hidrógeno, hasta los biocombustibles y el gas natural, cada uno de estos combustibles ofrece diferentes ventajas y desafíos. 

Si bien algunos, como la electricidad y el hidrógeno, son opciones más avanzadas para vehículos de cero emisiones, otros, como el gas o los biocombustibles, ofrecen soluciones intermedias para reducir las emisiones en el camino hacia un futuro sin combustibles fósiles. 

La clave está en continuar investigando, desarrollando y adoptando estas alternativas para garantizar una movilidad más limpia y respetuosa con el medio ambiente.