El compromiso con la sostenibilidad que ha adquirido el conjunto de la sociedad española debe reflejarse en los diferentes ámbitos de la esfera pública y privada. El objetivo marcado por la Unión Europea de alcanzar la neutralidad climática en 2050 solo podrá conseguirse si empezamos con efecto inmediato. Uno de los ejemplos más claros es cómo el transporte público puede adaptarse a las alternativas sostenibles como el GLP.
¿Cuántas veces hemos oído la típica frase de “el jefe es el primero que debe dar ejemplo”? Lo cierto es que, pese a convertirse en un tópico algo manido, es muy cierto. Especialmente, cuando atañe a la vida pública y, por consiguiente, a todos los ciudadanos. Es común ver cómo las autoridades trasladan sus exigencias, en muchas ocasiones, sin haberlas aplicado previamente.
En un contexto de crisis generalizada como el que vivimos, no se nos debe olvidar que uno de los objetivos suscritos a nivel europeo es la consolidación de acciones encaminadas a lograr la descarbonización y la neutralidad climática antes de 2050. Sin embargo, conseguir que este mensaje cale entre los ciudadanos es complicado, puesto que el desconocimiento sobre las fórmulas alternativas existentes genera cierta desconfianza.
Por ello, es clave dar ejemplo desde las propias instituciones, a fin no solo de actuar como divulgadores ante las personas, sino como espejo en el que mirarse. Esto es lo que ha hecho, en muchas ciudades, el sector del transporte público, que ha encontrado en el Gas Licuado de Petróleo (GLP) el mejor combustible alternativo del momento para reducir las emisiones y contribuir a la movilidad sostenible.
En nuestro blog, analizamos cómo ha modificado el uso del GLP el transporte urbano en distintas ciudades del mundo, y cómo podrá hacerlo durante los próximos años.
El uso del GLP en el transporte urbano no es nuevo
La persecución de la sostenibilidad no es algo nuevo, especialmente en las grandes ciudades. Ya en 2018 entró en vigor una normativa del Ayuntamiento de Madrid que exigía que todos los taxis nuevos debían tener la etiqueta ECO o CERO, los distintivos ambientales que la DGT otorga a los vehículos menos contaminantes. Por este motivo, el uso del GLP aumentó considerablemente como combustible principal de muchos de estos vehículos.
Por su parte, la empresa municipal de transportes de Valladolid renovó su apuesta por el GLP a finales de 2020 por un período de cinco años. Decimos renovó porque ya remontándonos 15 años antes, en 1993 el Ayuntamiento de Valladolid anunciaba la implantación de una flota de buses urbanos que comenzarían a funcionar con GLP.
¿Te sorprende? No debería, ya que el GLP existe desde hace algo más de 100 años, y ya desde sus inicios se comenzó a utilizar en el ámbito de la automoción. Sin embargo, la importancia de recurrir a combustibles alternativos de forma inmediata que permitan una reducción significativa de las emisiones se ha incrementado recientemente.
En primer lugar, por la subida de precios tan drástica que han sufrido la gasolina y el diésel. El GLP también ha incrementado su precio, pero de forma mucho más leve que los combustibles tradicionales. De hecho, frente a los 1,85 €/litro actuales que cuesta la gasolina, el GLP se mantiene en 0,90€. Como ves, una diferencia muy notable.
¿Qué vehículos urbanos son los que más apuestan por el GLP?
El GLP o Autogas se utiliza en multitud de flotas de transporte público, si bien los vehículos donde su uso es más masivo son los taxis. Hace, aproximadamente, diez años, era muy común ver cómo distintas ciudades iban sumando a sus taxis al bando del GLP. Tampoco es raro ver autobuses propulsados por gas, ya sea en formato líquido o gaseoso, como es el caso de la prueba que se implementó en Santander.
Y, si bien en España su uso va aumentando progresivamente, cabe señalar que en otros países la existencia de vehículos de transporte público propulsados por gas es mucho más intensiva. Tanto es así que el 95% de todos los taxis de Corea del Sur se mueve con Autogas, mientras que Hong Kong ya apostaba por este tipo de combustible alternativo para sus taxis en la década de los 90.
En el ámbito europeo, Turquía, Polonia e Italia son los países con más penetración del GLP entre sus flotas de transporte urbano, así como en el número de puntos de suministro existentes. Asimismo, según apunta la World LPG Association, países como Australia han comenzado la “hibridación” de sus taxis incorporándoles un kit de GLP.
Y, a partir de ahora, ¿qué pasará?
El ritmo hacia la descarbonización va a ir a un ritmo cada vez más acelerado. Las entidades locales y los diferentes organismos públicos han cambiado, por el momento, de segunda a tercera en este sentido, y cabe esperar que próximamente metan cuarta y quinta marcha. De hecho, no solo se mantendrán con vehículos de GLP en el transporte urbano, sino que apostarán por combinar este combustible con otros como el hidrógeno, tal y como ha anunciado el Ayuntamiento de Madrid.
Tampoco hay que olvidar que 2023 es la fecha límite que tienen los municipios de más de 50.000 habitantes para instaurar Zonas de Bajas Emisiones. En estas zonas solamente se podrá acceder con vehículos que tengan etiqueta ECO o CERO, lo que acrecienta la necesidad de las flotas de transporte por pasarse a alternativas más sostenibles como el GLP o el hidrógeno.
En esta misma línea, la empresa ALSA ha iniciado ya el recorrido del primer autobús urbano propulsado por hidrógeno que prestará servicio en España en una línea urbana de forma permanente.
Como ves, la concienciación sobre el uso del GLP y el hidrógeno como combustibles sostenibles está cada vez más enraizada en nuestro país, y esta tendencia ascendente se mantendrá durante los próximos años si queremos alcanzar el objetivo marcado por la Unión Europea. Sin embargo, esta concienciación no puede quedarse únicamente en el transporte urbano, sino que debe permeabilizar también en el transporte entre particulares.
Cabe señalar que cualquier turismo GLP goza de las ventajas de la etiqueta ECO, entre las que destacan la posibilidad de acceder a cualquier núcleo urbano, importantes bonificaciones fiscales de hasta el 75% en algunas localidades, y un ahorro de combustible que, si ya antes era patente, tras la subida de la gasolina y el diésel se ha intensificado. Por ello, la alternativa de transformar los vehículos a GLP tiene, ahora, más sentido que nunca.
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